Iglesia del Santo espíritu (Quattrocento)
IGLESIA
DEL SANTO ESPÍRITU
Nos encontramos ante una de las obras que
mejor resume el pensamiento arquitectónico de Brunelleschi (quien es uno de los
grandes arquitectos del Renacimiento), además de que también se puede
considerar como su obra más completa. Los elementos más característicos de la
obra son la sencillez y elegancia de la fachada. El templo fue proyectado en el
año 1434, sin embargo, las obras no se iniciaron hasta 1444, dos años antes de
la muerte del arquitecto. Salvi de Andrea concluyó la iglesia. La cúpula
terminó por cerrarse en el año 1484. El edificio se alzó en el mismo lugar
donde estuvo una antigua iglesia agustina del siglo XIII (Florencia), y tuvo un
papel fundamental en la historia de la ciudad, ya que prestó su nombre al
barrio de “Oltrarno”.
Se trata de una iglesia que sigue el modelo de San Lorenzo, es decir, que la iglesia presenta una planta de cruz latina de tres naves y capillas laterales, contando con crucero y una cabecera de planta central. La luz penetra a través de las ventanas de la nave central de techo plano, e ilumina el interior de todo el templo. La cúpula principal tiene 12 resaltos, y en el perímetro del edificio están las capillas laterales, en las que se encuentran magníficas obras, entre las que destaca el “Retablo Neri”, de Filippino Lippi. En el altar mayor de la iglesia se encuentra el “Crucifijo de madera”, realizado por Miguel Ángel. La sacristía fue diseñada por Giuliano da Sangallo, el cual siguió el modelo de la Sacristía Vieja de San Lorenzo de Brunelleschi; se construyó entre los años 1488 y 1492 junto a uno de los brazos del crucero. Se trata de un espacio octogonal de tres pisos separados entre sí por medio de cornisas.
Brunelleschi empleó el tramo abovedado entre cuatro columnas de las naves laterales como medida para determinar las proporciones de las distintas partes del edificio. De este modo el crucero es dos veces mayor por cada lado de la cruz, y la nave mayor tiene una anchura doble. Así, Brunelleschi reflejó por medio del empleo de un sistema geométrico de proporciones matemáticas, la idea de Vitrubio sobre la relación que debía existir entre la totalidad de un edificio y sus diferentes partes.
La
luz en la nueva arquitectura religiosa del Quattrocento ya no será un factor
que genere percepciones espaciales ajenas a la realidad terrena del hombre
(como ocurría con las coloridas luces de las vidrieras de las catedrales), sino
todo lo contrario: la luz ahora permite al ojo del hombre medir el edificio;
una arquitectura hecha a su medida.
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