Iglesia del "Il Gesú" (Cinquecento)

IGLESIA DE “IL GESÚ”, ROMA

Esta obra es, sin duda alguna, la obra más destacada del arquitecto Jacopo Vignola. El proyecto para la iglesia del Gesú en Roma comenzó en el año 1568, por encargo de la Compañía de Jesús, y se trata del primer templo jesuita del mundo; su nombre completo es “Iglesia del Santísimo nombre de Jesús”. El templo se consagró en 1584. El interés de esta iglesia radica en que se convirtió en un modelo muy imitado al proyectarse con otras iglesias de finales del siglo XVI y XVII. El edificio constituye un auténtico prototipo de templo contrarreformista, que destaca por la severidad de su fachada y la riqueza decorativa del interior, así como por conjugar en su planta las preocupaciones de los arquitectos del Renacimiento por los planes basilical y central. La obra se inspira en San Andrés de Mantua de Alberti. La construcción del Gesú fue confiada al padre jesuita Giovanni Tristano (arquitecto de Ferrara), hasta su fallecimiento en el año 1575, dos años después que la muerte de Vignola. El padre De Rosis sería su sucesor. La iglesia se encuentra decorada de forma profusa y opulenta a partir del siglo XVII.


La iglesia presenta una planta basilical de una sola nave longitudinal, la cual está cubierta por una bóveda de cañón, que se rodea de capillas entre los contrafuertes excepto para formar el brazo del crucero, en cuyos extremos se hallan los altares de San Ignacio y de San Francisco Javier. La intersección de éste con la nave longitudinal se destaca por medio de una cúpula semiesférica con linterna sobre un tambor octogonal. El ábside es semicircular, pero carece de deambulatorio. El proyecto de la fachada de 1571, el cual sirvió de modelo para muchas iglesias barrocas del siglo XVII, se debe a Giacomo della Porta, discípulo predilecto de Miguel Ángel. La fachada consta de dos plantas separadas por un entablamento, en cuyo centro se ubica un frontón curvo. El piso superior, de tres vanos rematados por medio de frontones triangulares entre pilastras pareadas corintias, es de mayor anchura y está flanqueado por alerones laterales en forma de voluta. Se remata por medio de un gran frontón triangular con medallón.


Una de las pinturas más llamativas de la iglesia es el fresco de la bóveda de la nave, realizado por Baciccia. El fresco está acompañado por figuras de madera y estuco, lo que le aporta un logrado aspecto tridimensional. En una de las capillas se puede observar la Madonna della Strada (Virgen de la Calle), imagen del siglo XV que se encontraba originalmente en la fachada de Santa María della Strada, iglesia que estuvo situada en el mismo lugar anteriormente. A la derecha del transepto se encuentra el Altar de San Francisco Javier, uno de los monjes que junto con San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús. En el altar se guarda un relicario de plata en el que se conserva el antebrazo derecho del santo. El Gesú plasmaba con tal fidelidad las recientes indicaciones del Concilio de Trento que se convirtió en la iglesia de la Contrarreforma por excelencia y su modelo se expandió por el mundo con la misma rapidez con que lo hacían los propios jesuitas. Tanto la fachada, como la planta de nave única con pequeñas capillas laterales, marcaron la pauta que seguirían después miles de iglesias.

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